Lisboa es una mujer, son curvas, y una colina que sube y baja, suube y baaja, suuuuuube y baaaaaaja, un traqueteo delicioso de tranvía, y un traqueteo gozoso de cuerpos que se anhelan.

Lisboa es un desayuno largo después de una noche más larga, una habitación y un hotel con estilo, una ventana con vistas a una calle empinada, y algo interesante siempre sucediendo cuando se cierra o se abre la puerta.

Lisboa está fuera y dentro, son las vistas y el mirador, los tejados y tu cámara de fotos, tan aficionada al escote de ella.

Lisboa es la luz y es una mujer en la noche vestida de negro, mínimamente vestida de negro. Es la belleza que no se da importancia, o que se la da cuando quiere, y cuando quiere te hiere de bella.

Lisboa tiene tiene una b que suena a beso, y tantas letras de libido que no puede ser casualidad, y no lo es, porque cuando la miras la primera vez, ya no puedes ver otra cosa que los encantos que enseña, y los que no enseña.

Lisboa tiene un punto que es punto y aparte, o quizás punto y final, un puntazo o un polvazo, según la hora del día y de la noche, y según el largo o más bien el corto del vestido que lleva.

Lisboa es una ciudad para comérsela con los ojos y con la boca. Son los dorados y espejos del Tavares, es el chef Avilés, y su Belcanto y su Cantihno, y una terraza en un piso alto, donde las mejores vistas son las de sus piernas.

Lisboa es tu chica, cuando todavía te apetece llamarla tu chica, y presentársela a tus amigos, y mirarla a hurtadillas cuando no está a tu lado, y verla llegar por la calle, y no sabes si correr o darle al pause para demorar tu encuentro con ella.

Sí, Lisboa, esa gran descuidada, es tu exceso y tu desorden, y lo sabes, lo sabes tú y lo sabe ella, que te enciende cuando se despereza en Alfama, y cuando se toma un café contigo en Santa Catalina, y cuando sube por Don Pedro V para buscar una galería o para enseñarte los muslos, tú no sabes bien por qué lo hace, y hasta cuando te lleva de compras por el Chiado, con lo poco que te gusta ir de tiendas.

Lisboa es ella. Y ella es tu fuerza y es superior a tus fuerzas. Es donde siempre querrías estar, y de donde nunca te has ido, ni esperas irte, un recuerdo y una promesa.

Lisboa es el verano, cuando por fin es vacaciones, y es el calor justo que deseas, calor de sol y calor de cuerpos que se encuentran.

Lisboa es la ciudad y la mujer que deseas.